A primera vista, parece que hay poca conexión entre la química y los instrumentos musicales. Lo que sólo hace que sea más divertido para hacer un programa que demuestre lo contrario!
No importa si son instrumentos de cuerda, viento o percusión. Tanto su durabilidad y la calidad de sonido que producen, dependen en gran medida de los materiales de que están hechos.
Uno de los ejemplos más famosos de la conexión entre la calidad del sonido y la química son los famosos violines Stradivarius, considerados los mejores violines de la historia. Su sonido inimitable parece estar ligada a un tratamiento químico de la madera y sobre todo a las características del barniz utilizado en el acabado.
El pulido final de los instrumentos siempre ha sido una ciencia química, ya que está basado en pinturas, barnices y tintes. Pero es la técnica moderna de galvanoplastia que garantiza el mejor aspecto y la calidad de sonido de los instrumentos. Se permite recubrir superficies con capas muy delgadas de cobre, plata, oro y níquel en diversas combinaciones, aunque una solución de iones de estos metales y mediante la aplicación de una corriente eléctrica (la neutralización de la carga del ion y obligando a su deposición en forma de sólidos).
En los instrumentos de cuerda, la química reaparece ... en las cuerdas!
Hasta finales del siglo 19, cuerdas de guitarra eran de biopolímeros obtenidos de los intestinos de los animales: la "tripa" también se utiliza en la cirugía. Eran difíciles de fabricar, muy sensible a la humedad y que fácilmente se bajaron de tono.
Las cadenas de polímeros sintéticos, como el nylon, surgieron como una alternativa económica: son resistentes a la humedad y no se van fuera de tono.
Pero las cadenas más apreciadas son las metálicas, ya que producen un sonido muy claro e intenso. Su estructura, un alambre de metal que se envuelve alrededor de otro, hace que para una buena calidad de sonido.
El problema con estas cadenas es que los metales son sensibles a la corrosión, una reacción química en gran medida facilitado por el sudor de las manos que degrada la calidad del sonido.
Hoy en día, la solución parece haber sido encontrado: la protección de las cuerdas metálicas delgadas con una cubierta de polímero, o el uso de la química de los metales para producir aleación de metal resistente a la corrosión.
Y así tenemos la música y de la química en la misma puntuación, en perfecta armonía!...
Axel